Cuando creía que sí, de repente, todo se desmoronó. El regreso a casa fácil que había estado planean
do se vino abajo como la espuma. Ahora... ¿ya no podré regresar?
Si hasta echo de menos mi habitación tal y como era antes, cuando tenía posters por todos lados, cuando la foto del ángel presidía mi escritorio, cuando podía dormir sin sueños (o con sueños dulces), cuando tenía la certeza de que allí dentro nadie podría molestarme, nadie podría hacerme daño.
Desde que aquella figurita se rompió... todo no ha hecho más que empeorar. Mi torpeza no tiene límites, tengo que aprender a andar sin tropezarme, porque en una de éstas, la caída será mortal.
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