Recuerdo muy
bien aquella tarde, tus labios curvados en la más perfecta mueca que jamás
hubiera visto. Tu piel de fuego y tu pelo de oro
refulgiendo bajo el sol, ojos matadores y semblante exhausto; si te hubiera
conocido, hasta el mismísimo Adonis habría sentido envidia de tal derroche de
belleza del que hacías gala.
Recuerdo tu inexplicablemente embriagador olor, envolviéndome y seduciéndome. Recuerdo el calor de tus brazos rodeándome, y el hormigueo en mi estómago.
Recuerdo tu inexplicablemente embriagador olor, envolviéndome y seduciéndome. Recuerdo el calor de tus brazos rodeándome, y el hormigueo en mi estómago.
Pero he cambiado el recuerdo de tu sonrisa por el de tu mirada amarga. Y sólo sé que habría hecho cualquier cosa porque tus ojos dejaran de reflejar ese terrible sentimiento que no merecías. Porque dejaras de sentirlo.
Y ni siquiera sé por qué me siento así por un simple sueño. Parece que empieza una nueva trilogía, ya hacía tiempo que...
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