Qué ganas de confesar que sólo sueño tu boca. Que sólo sueño tus manos, tu olor.
Qué ganas de decirte que sí quiero que me molestes, todo el tiempo, a todas horas.
Que quiero ver tu sonrisa, que serio ya no me gustas.
Que te quiero cerca, lo más cerca posible, aunque hagas que me duela el cuerpo y el corazón.
Que odio imaginaros juntos casi tanto como odio el saber que no te voy a volver a tener.
(Porque no te lo mereces, no sabes lo que quieres y hasta que lo descubras no te voy a poder esperar).
Pero que te comería a besos así de repente, que me lanzaría a tu cuello sin importar donde estuviéramos ni quien pudiera estar mirando.
Porque me gustas, porque podríamos haber sido. Porque vosotros ya no sois y lo sabes.
Tal vez tú también deberías confesar, que lo mismo en una de éstas, las confesiones se cruzan y solucionamos lo de mi cortocircuito interno.
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