Hoy es de esos días en los que te escribiría una antología o dos, de esos días en los que te echo de menos hasta que me quedo sin fuerzas, de esos días en los que necesito verte, con tus pintas de chulo de barrio y tu carita de no haber roto un plato (o de haberlos roto todos).
Y quiero verte porque necesito saber si aún puedes dejarme temblando con solo una mirada, porque necesito saber si aún logras poner mi mundo patas arriba con tu sonrisa, porque me hace falta saber si aún me afecta tanto tu olor, tu presencia, tu voz... pero sobre todo para preguntarte por qué.
Por qué soportas, por qué vuelves, por qué llevas esa cadenita dorada en tu cuello, por qué tienes amo. Por qué, tú que podrías ser todo, que podrías haber sido todo conmigo, preferiste ser nada de esa forma inconsecuente. Y no lo entiendo, porque siempre has actuado otro papel. Siempre me hiciste pensar que jugábamos en una liga diferente. Creí conocerte y me di cuenta de que en realidad no sé absolutamente nada de ti.
Y aún así... solo 10 días. Casa no me hace demasiado bien...
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